En la Keriko Secondary School donde enseña el maestro franciscano Tabichi, el alumnado procede de familias sin recursos y las aulas superan por mucho el ratio de alumnos recomendado en los mejores colegios, pero ello no ha impedido que su nivel de matemáticas sea reconocido a nivel nacional.
Ya hablamos en este blog de otro gran profesor, César Bona, finalista del Global Teacher Prize que ahora ha recogido Peter Tabichi en Dubái. Lo ha hecho ataviado con su hábito de monje franciscano, posiblemente reivindicando una educación socialmente justa, austera y solidaria. Ello ha abierto los telediarios y diarios de todo el mundo, siendo hoy el protagonista de los pasillos de miles de colegios y un ejemplo para millones de docentes.
La historia de este profesor, procedente de un colegio privado, recuerda a Tanitoluwa Adewumi, quien ha aparecido en los últimos días en los medios por su precoz genialidad. Tras huir de la violencia de su Nigeria natal junto al resto de su familia y aprender a jugar al ajedrez hace tan sólo un año, se acaba de proclamar campeón escolar de Nueva York, la ciudad que le ofreció refugio. Famoso por ser un prodigio del ajedrez, su inspiradora historia vital obliga inequívocamente a hacernos una pregunta como sociedad: ¿hay alguna razón de peso por la que negar una efectiva igualdad de oportunidades?
Tabichi, con el Global Teacher Prize bajo el brazo, no sólo continuará formando a sus alumn@s. Ahora también tiene voz para formar a colegios de Madrid y de medio mundo, demostrando que la educación es la vía más importante para redistribuir la riqueza y que la procedencia no debería ser un elemento tan determinante. Es posible que nos esté diciendo, sin ni siquiera pretenderlo, que el mejor profesor no es aquel que obtiene los mejores resultados sino aquel que obtiene el máximo resultado posible en un particular contexto socioeconómico.