En general, la Educación ha de ser el fin y no sólo el medio. Una sociedad educada y bien formada avanza en mayor medida. Y, según los últimos indicadores, es posible que viva mejor en términos de oportunidades y de empleo. Pero, además, hemos podido comprobar, con la actual crisis económica, cómo ésta ha afectado más a aquell@s que sufren más desigualdad y más falta de formación, registrando mayores tasas de paro. En general, aun dependiendo de otros factores, la tasa de paro se reduce a la mitad entre aquellas partes de la sociedad que se encuentran más formadas. Si el año 2016 se cerró con una tasa de paro del 18,63%, veamos las diferencias según el nivel educativo alcanzado:
Como se puede observar en el gráfico anterior, aquellos alumnos que han finalizado sus estudios de bachillerato (segunda etapa de educación secundaria con orientación general) tienen ya un paro muy por debajo de la media, con un 16,83%, y aquellos con educación superior consiguen evitar el paro hasta tener una tasa del 11,36%. Parece quedar fuera de toda duda, por supuesto, que la educación ha de constituir ya un fin que nos convierta en ciudadanos, en personas felices y capaces. Y, claro está, cuanto más formados estemos, más fuertes seremos ante vaivenes económicos y mejor podremos sortear sus efectos.
Si, además, analizamos la brecha entre hombres y mujeres en España, nos encontramos ante una foto que refleja un país con alta desigualdad entre sexos. Desglosando el gráfico anterior entre hombres y mujeres, podemos comprobar que todavía queda mucho por hacer en materia de igualdad.
Si, como decíamos, la tasa de paro fue de un 18,63% en 2016, ésta se disparaba hasta el 20,25% en el caso de las mujeres (17,22%, en el caso de los hombres). Incluso en los subgrupos de mujeres que han finalizado bachillerato o cuentan con educación superior, la tasa de paro se sitúa por encima del global 18,63%, algo que no sucede en el caso de los hombres, cuyas tasas se quedan por debajo de la tasa global. Sigue siendo cierto que aquellas mujeres más formadas sufren en menor medida la lacra del paro, pero les afecta significativamente más que a sus colegas hombres. Alarmante es, sin duda, la tasa de paro femenino entre aquellas que no tienen estudios de ninguna clase (52,91%).
Pero más preocupante es la situación de la brecha entre hombres y mujeres en algunas regiones, siendo muy variable entre unas y otras: