Empecemos por la primera de esas historias. Esmeralda Reviriego quiso mostrar a sus alumnos del Instituto de Torrejón de Ardoz donde actualmente imparte sus clases la difusión que puede sufrir una imagen enviada por whatsapp o por cualquier red social. Y es que cuando enviamos una imagen, perdemos el control sobre ella y desconocemos dónde puede acabar. Por ello, la excelente idea de esta profesora de educación secundaria fue proponer a sus alumnos que enviaran por whatsapp un dibujo realizado por uno de los alumnos de la clase. Así, pretendían comprobar que la imagen estaría en manos de la mayoría de ciudadanos de Torrejón de Ardoz. Pero, finalmente, la imagen se compartió por tantas redes sociales que acabó en toda España y en numerosos países...
Es importantísimo que desde los colegios e institutos se conciencie a los más jóvenes de los peligros que entraña el envío de información personal a través de internet, así que nuestras felicitaciones a Esmeralda por tan bello y efectivo ejemplo ;)
Además, desde Estados Unidos, nos llega un ejemplo de la falta de prejuicios y odio con que cuentan los niños. Lydia Stith Rosebush publicó en su Facebook cómo su hijo, un niño rubio, no hallaba diferencias entre él y su mejor amigo, un chico negro. De hecho, su hijo pensó que si se cortaba el pelo igual que su amigo, podrían incluso confundir al profesor. Si los niños no ven diferencias ni tienen prejuicios de ninguna clase, debemos continuar trabajando en ahondar en aquello que nos une y no en lo que nos diferencia.
Por ello, como en la anterior historia, entendemos que colegios, institutos, centros educativos y familias somos responsables de educar sin prejuicios de ninguna clase. ¡Un conmovedor ejemplo de amistad y fraternidad entre seres humanos!
Y, como siempre, nos hace creer aún más en la #Educación.